A principios del otoño y
por esas ‘casualidades’ que suelen poner en mi camino a cuentos y cuentistas
(que no cuenteros), me encuentro en reiteradas oportunidades con la noticia de
la publicación de un libro. Me llamó la atención tanta publicidad y lo busqué
en la biblioteca, ¿dónde si no?, y me encontré con una mina de oro. El libro en
cuestión se llama ‘Todos los cuentos’ del escritor leonés Antonio Pereira
González.
Muchos de vosotros,
especialmente los castellano-leoneses, sabréis quién era Antonio Pereira pero
para otros, como yo, este señor será una novedad. Antonio Pereira nació en 1923
en León, en la hermosa región del Bierzo, en Villafranca del Bierzo para ser
más exactos. Gran narrador oral, junto a otros autores leoneses como Juan Pedro Aparicio, José María Merino o Luis Mateo Díez practicó la costumbre del filandón, una
reunión en torno a una mesa o de un fuego, generalmente después de cenar, en
las que los comensales recreaban historias de la tradición popular o inventaban
las suyas sobre la marcha.
Los inicios de Antonio
Pereira en el mundo de la literatura no fueron, sin embargo en el territorio
del cuento sino en el campo de la poesía, solía decir que empezó a escribir
para "conquistar a las chicas de su pueblo, y a las forasteras".
Antonio Pereira publica
su primer cuento en el año 1957, pero su primer libro de cuentos, Una ventana a la carretera, se publicó
en 1966 tras ganar el concurso Leopoldo Alas. A
partir de entonces se dedica a este género hasta convertirse en uno de los
escritores de relatos más fecundos y prestigiosos de la literatura española
actual.
Aunque también cultivó la
novela, compartía el juicio de Borges sobre la narrativa larga: "Desvarío
laborioso y empobrecedor escribir en quinientas páginas una historia cuya
perfecta exposición oral puede hacerse en pocos minutos”. Para él, el cuento "Es
el resultado de saber una buena historia y saber contarla con brevedad e
intensidad". También decía que "Escribir un cuento supone una salida
para un golpe de mano que fracasa si se lleva exceso de munición". En el
prólogo a ‘Me gusta contar’, su selección personal de cuentos, nos deja un
decálogo para cuentistas que comienza con el siguiente consejo: ‘Lo primero es
tener una historia que contar. Sin eso, nada’. Y don Antonio tenía muchas y muy
variadas, la del encuentro con un cierto Borges en ‘Si me lees te leo’, un relato
de dos páginas y media que me fascinó, o ‘El asturiano de la Delfina’. Sus
personajes son gente sencilla y humilde, el transportista de ‘El Atestado’ o el
soldado protagonista de ’La Resistencia’. Como contrapartida se alza una
minoría cultural y social representada por la ingeniera Démencour o la
profesora Peterson. Antonio Pereira fue un viajero infatigable y así sus
cuentos nos llevan a escenarios rurales y cosmopolitas como Buenos Aires, Palencia
o Nepal.
Precisamente en Nepal
comienza otro relato que me gustó especialmente, ‘Los brazos de la i griega’, y
comienza así:
‘No quisiera volver al
valle alto del corazón del Nepal, ahora que sus hoteles se parecen a los
grandes hoteles del mundo. …’
Antonio Pereira:
altamente recomendable si no lo habéis leído y obligada relectura para los
amantes del género.
Publicado en Revista Imprescindibles © Annie Altamirano Todos los derechos reservados