La almohada acuna
el lado izquierdo
de mi cabeza.
Conoce sueños.
Se van construyendo
en su presencia.
Sabe que no se evaporan
si despierto. Brevemente.
Solo se dispersan,
giran,
se mezclan
en fragmentos de sombra,
para reclamar su lugar exacto
en las horas extendidas,
cuando
vuelvan
a cerrarse mis ojos.
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