Este es otro intento, con formas diferentes del experimento de los paraguas. Esta vez tomé como poema de partida, un texto de El Libro de los Divanes de la poeta y ensayista argentina Tamara Kamenszain (Buenos Aires, 1947- 2021)
El libro de los divanes de Tamara Kamenszain
Cuando le cuento un sueño a la analista de hoy
casi no dice nada una vez más se calla la boca
como si buscara que en el silencio de mi propia novela
hable mi realidad yo sin embargo
persisto no acabo de despertar
parece que necesito encontrarle un sentido freudiano
a lo que no tiene, ya lo dije, no tiene
vuelta atrás.
Eso me obliga a escribir sobre mí
y cada vez que una servilleta blanca se abre de su
función
el bar transforma la indiferencia de los que me rodean
en una oportunidad voy bien me digo estoy escribiendo
algo
después en casa lo paso lo imprimo y un día
si me llego a comprar un cuaderno por cansancio
voy a terminar cayendo en el diario íntimo y la poesía
tendrá que versar sobre otros asuntos
porque hay otra línea, tiene que haber otra.
*
¿Y si dejo de analizarme?
Total siempre se puede volver.
(De la tercera a la cuarta analista
tuve que dar un salto entre dos mujeres
para que una me dejara de escuchar y la otra
empezara a escuchar lo que la anterior
no escuchaba.)
¿Y si dejo de escribir en primera persona?
(para que nadie crea que sigo
hablando de mi madre).
Me lo propuse hoy pero el Facebook
como esos talleres de escritura creativa que te tiran
consignas
amaneció con una pregunta en la boca:
¿Cómo te sentís hoy, Tamara?
Yo no sé cómo me siento pero si no escribo en primera
parece que me ahogo en el vaso de agua
de la vergüenza ajena. Por eso este año
ante las profecías de que se acaba el mundo
prefiero citar como Margo Glantz
una frase de Monsiváis que dice:
“el fin de mi vida es el fin del mundo”.
Así me siento hoy. Con espíritu de diario íntimo
pongo la fecha 31 de diciembre de 2012
y me convenzo como alcohólica anónima
de que es sólo por hoy.
Versión "Lítote" (atenuando):
No es que la analista sea muy habladora
Ni que mis sueños sean poco complejos
Quizás busco un sentido no tan freudiano
A cosas que podrían no tenerlo
No es que escriba siempre sobre mí mismo
Ni que los bares sean mi único refugio
Tal vez mis textos no son tan personales
Y el diario íntimo no es mi único recurso
No es que el análisis sea inútil del todo
Ni que cambiar de terapeuta sea fácil
Quizás la primera persona no es la única voz
Y Facebook no es el mejor consejero
No es que el fin del mundo sea inminente
Ni que Monsiváis tenga toda la razón
Tal vez este día no sea tan especial
Y mañana podría ser un poco mejor
Versión "Filosófica en plan humorístico":
En la República de mi psique, oh Platón,
la analista es la guardiana del silencio,
y yo, pobre cavernícola freudiano,
persigo sombras de sueños en la pared.
Descartes diría: "Sueño, luego existo",
mas yo escribo, ergo soy un bar ambulante.
La duda metódica se ahoga en café,
y el cogito se imprime en servilletas.
Cambiar de analista, querido Heráclito,
es y no es bañarse en el mismo diván.
La dialéctica del yo y el superyó
se resuelve en síntesis de Facebook.
Nietzsche proclamaría: "Monsiváis ha muerto",
pero su eterno retorno está en mis citas.
Y así, en este fin de mundo cotidiano,
filosofo, luego sobrevivo un día más.
Versión "Poeta del Siglo de Oro":
Calla la ninfa que mis sueños oye,
mas no por ello cesa mi lamento.
En vano busco oculto entendimiento
a lo que el hado caprichoso engendró.
En blancas telas de mesón escribo,
cual Sísifo con pluma condenado,
vertiendo en ellas mi sentir cuitado,
de propios males relator cautivo.
De una a otra sabia muda el enfermo,
buscando alivio a su tormento eterno,
mas siempre torna a la prisión del yo.
¡Oh, Facebook, nuevo oráculo mundano!
¡Oh, Monsiváis, del fin propio escribano!
Hoy vivo y muero, y mañana ¿quién soy?