Hace unas semanas cayó en mis manos un libro de cuentos de Cortázar La isla al mediodía y otros relatos, una
edición de Biblioteca Básica Salvat de 1985 que contiene doce cuentos. Algunos
como Casa tomada o Todos los fuegos el fuego, los he leído
muchas veces, otros los desconocía. He visto por ahí que también son muy
famosos pero como no soy una fanática cortazariana, soy mas bien borgeana,
tengo varios títulos en la lista de pendientes de lectura. Todavía no he
terminado con todos, pero hay dos que me han gustado especialmente.
La isla al mediodía fue publicada en 1966 en Todos los fuegos el fuego y cuenta la historia
de Marini, auxiliar de vuelo, básicamente
un ser descentrado, con una vida social intensa, donde el sexo casual es la
norma, que siente que su trabajo es aburrido y su vida un mundo totalmente
falso. En uno de los viajes ve
por primera vez por la ventana del avión una isla con forma de tortuga petrificada en el
momento de ir emergiendo del agua.
“Una isla rocosa y desierta –tierra-, aunque
la mancha plomiza cerca de la playa del norte podía ser una casa, quizá un
grupo de casas primitivas”.
Su trabajo le permite disfrutarla
regularmente, al mediodía, cuando el avión que cubre la ruta Roma-Teherán cruza
por encima de las islas Cícladas en el mar Egeo. Durante ese minuto que dura la
contemplación, todo pierde importancia, Marini aparta la sonrisa seductora,
profesional, deja de atender a los pasajeros y se inclina sobre la ventanilla. A medida que se
interesa por la isla, se obsesiona. La progresión es gradual y, al principio, inconsciente:
busca datos, compra libros, pide referencias, quiere ir de vacaciones a la
isla. No le molesta que lo llamen “el loco de la isla”.
El cuento se estructura en dos partes: primero Marini en el avión, las escalas, la relación
vacía con las mujeres y el interés gradual por la isla. Luego, Marini
realizando el viaje nocturno hasta el amanecer en Xiros, done lo reciben el
patriarca y sus hijos. Se deshace de todo lo inauténtico: ropa, recuerdos, el
reloj. Esto representa al hombre viejo y da paso al hombre nuevo, pero, como
dice el narrador: “No sería fácil matar al hombre viejo.”
Sin
embargo, todo es una trampa; Cortázar sabe que el paraíso es búsqueda y, por lo
tanto, inalcanzable. Y se lo hace saber brutalmente a su personaje. Os dejo que
descubráis cómo.
Sólo una cosa más.
La segunda parte del cuento incluye dos experiencias
boca arriba, una en el mar y la otra en la tierra:
“Volvió mar afuera, se abandonó de espaldas.
Lo aceptó todo en un solo acto de conciliación que era también un nombre para
el futuro.”.
“Cuando llegó a la mancha verde entró en un
mundo donde el olor del tomillo y de la salvia era una misma materia con el
fuego del sol y la brisa del mar”.
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