miércoles, mayo 28, 2014

Juan José Millás y La mujer loca en Salamanca

El lunes 12 de mayo Juan José Millás presentó su última novela La mujer loca en la Feria Municipal del Libro de Salamanca en una entrevista muy interesante a cargo de la periodista Ana Sánchez White. 


Juan José Millás llegó y sedujo a todos los que ese lunes abarrotábamos el espacio municipal de actividades de la fiera del libro para escucharle casi con veneración, la veneración que creo que sentimos todos sus seguidores. 

Presentó su última novela, ‘La mujer loca’, en la que indaga, entre otras cosas, “en el lado siniestro del lenguaje. dice Millás que la lengua tiene un lado oscuro del que nadie habla. “Es el programador de nuestra cabeza y muy eficaz”, explicó antes de recordar que el 90 por ciento de los chicos a los que su madre les decía que iban a acabar en la cárcel “han acabado en la cárcel”, y que el 95 por ciento de aquellos a los que su madre les decía que nunca iban a llegar a nada “no han llegado a nada”. “Cuando un niño empieza a hablar parece que empieza a colonizar el lenguaje, cuando en realidad el colono es el lenguaje”, señaló con mucha razón. 

Millás explicó que “la obligación del escritor es procurar decir algo distinto a lo que al lenguaje le interesa. El lenguaje no tiene ningún interés en decir cosas bonitas. Nos usa para reproducirse. Somos marionetas en sus manos y hacemos lo que nos ordena”, como cuando la madre le decía al hijo que acabaría en la cárcel o que nunca llegaría a nada y casi todos cumplían la profecía. 

El otro eje de su novela es el de los dobles, el de la copia, especialmente teniendo en cuenta que “vivimos en un mundo en el que es difícil distinguir el original de la copia” porque “muchas veces el bastardo es mejor que el original”. dió ejemplos desde el arte, la moda y en casi todos los órdenes de la vida. “Muchas veces la copia es bastante más cara que el original”, sentenció.

Incluso en la literatura pasa algo parecido. Hasta ahora, la literatura se nutría a la realidad y a partir de ella contaba otras historias, pero ahora “es posible que la realidad esté empezando a imitar a la literatura, pero no funcionará, porque en una novela todo tiene que tener una carga de veracidad”. No en vano, “el escritor es un intruso de la realidad”, dijo.




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