¿Qué hubiera sido de Rayuela sin El Perseguidor? Y por
consiguiente; ¿qué hubiera sido de Cortázar sin Poe?
Pocas veces nos paramos a pensar en la magnificencia de algo
como el cuento. Muy pocas, en qué sería de la Literatura sin este humilde
género. El cuento, de la mano de la leyenda, ha sido el germen que ha dado todo
lo que conocemos actualmente por Literatura. Conocemos cuentos de los egipcios,
babilonios, asirios, hititas, cananeos e incluso olmecas. Por todas partes del
mundo se volcó la necesidad de contar (nunca mejor dicho), de manera sencilla y
entendible, el origen de sus mundos o cualquier historia fundamental, a partir
de una narración breve y fácil de recordar y, por tanto, de propagar.
Decía Jorge Bucay que “los cuentos ayudan a dormir a los
niños, y despiertan a los adultos”. Y no le faltaba razón. Pero podemos añadir
que los cuentos ayudan a mantener viva esa poderosa llama que provoca que todo
el entorno de los niños sea una fantasía de maravillas constantes. Al fin y al
cabo; ¿qué deseamos más los adultos que tener esa imaginación que teníamos
cuando éramos pequeños?
Con su introducción, su nudo y su desenlace bien marcados.
Con sus pocos y sencillos personajes, sus vitales diálogos y su final
enigmático. El cuento es aquella narración que, tal y como defendía el
anteriormente mencionado Julio Cortázar, si fuera una pelea de boxeo ganaría
por KO, siendo la novela la que ganaría por puntos.
Hablábamos de ese imprescindible final enigmático, a lo que
se refiere el gran Edgar Allan Poe cuando afirma que el cuento debe aprovechar
su brevedad para, al acabar, dejar en el lector una semilla que, aún sin él ser
consciente, irá creciendo hasta crear en él un conocimiento fruto de la
experiencia lectora. Otros grandes autores se han rendido al género: como
Borges, quien veía el cuento como algo “por encima de mis poderes”; o Faulkner,
el cual defendía el cuento por encima de la novela, ya que esta última, por su
extensión, “puede ser más descuidada y dejar escoria y lo superfluo, que sería
desechable. Pero en un cuento casi todas las palabras deben estar en su
ubicación exacta”. Y estos únicamente serían dos ejemplos de los Wilde,
Melville, Shelley, Chesterton, Bradbury, Kafka, Hemingway, etc., etc., que de
tan brillante oro han bañado nuestra Literatura.
Si crees, como el escritor y periodista italiano Mempo
Giardinelli, “que el cuento es el género literario más moderno y el que mayor
vitalidad posee”, y que gracias a él conocemos la quintaesencia de todos
aquellos autores transmitida a los que ahora adulamos; no dejes escapar la
oportunidad de entrar en esta sección de nuestra web. Sección en la que a
partir de hoy se intentará acercar lo más emblemático de la historia del cuento
con las noticias más recientes de todas aquellas novedades en relación a un
género que lleva tatuada la máxima que a todos, en mayor o menor medida, se nos
ha recalcado alguna vez: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
fuente: culturamas
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