lunes, agosto 26, 2019

Los 10 derechos de los lectores


En el libro «Como una novela», de Daniel Pennac (Casablanca, 1944) escritor francés nacido en Marruecos, se exponen los diez derechos de los lectores.


1. El derecho a no leer
“Como toda enumeración de derechos que se precie, la de los derechos de la lectura debe abrirse por el derecho a no utilizarlo –en este caso el derecho a no leer-, sin el cual no se trataría de una lista de derechos sino de una trampa perversa”
“En el fondo, el deber de educar consiste, al enseñar a los niños a leer, al iniciarles en la Literatura, en darles los medios de juzgar libremente si sienten o no la «necesidad de los libros». Porque si bien se puede admitir perfectamente que un individuo rechace la lectura, es intolerable que sea –o se crea- rechazado por ella”
Las personas pueden rechazar la lectura, pero la lectura no a las personas

Daniel Pennac.jpg2. El derecho a saltarse las páginas
“Un gran peligro les acecha si no deciden por sí mismos lo que está a su alcance saltándose las páginas que elijan: otros lo harán en su lugar”
“Y luego, incluso cuando somos «mayores», y aunque nos repugne confesarlo, también nos seguimos «saltando páginas», por razones que sólo nos conciernen a nosotros y al libro que leemos”
“Digamos lo que digamos, este testarudo aburrimiento que entonces nos imponemos no corresponde al orden del deber, es una categoría de nuestro placer de lector”

3. El derecho a no terminar un libro
“Hay treinta y seis mil motivos para abandonar una novela antes del final: la sensación de ya leída, una historia que no nos engancha, nuestra desaprobación total a las tesis del autor, un estilo que nos pone los pelos de punta, o por el contrario una ausencia de escritura que no es compensada por ninguna razón de seguir adelante… Inútil enumerar las 35.995 restantes, entre las cuales hay que colocar sin embargo la caries dental, las persecuciones de nuestro jefe de oficina o un seísmo amoroso que petrifica nuestra cabeza”
“He abierto, he leído, y no he tardado en sentirme sumergido por algo que notaba más fuerte que yo”
Existen infinidad de razones por las cuales no terminar un #libro… ¿cuál es la tuya?
4. El derecho a releer
“Releer lo que me había ahuyentado una primera vez, releer sin saltarme un párrafo, releer desde otro ángulo, releer por comprobación, sí… nos concedemos estos derechos”
“Pero sobre todo releemos gratuitamente, por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros, la comprobación de la intimidad”.

5. El derecho a leer cualquier cosa
“Así pues, hay «buenas» y «malas» novelas. Las más de las veces comenzamos a tropezarnos en nuestro camino con las segundas”
“Y, caramba, tengo la sensación de haberlo pasado «formidablemente bien» cuando me tocó pasar por ellas. Tuve mucha suerte: nadie se burló de mí, ni pusieron los ojos en blanco, no me trataron de cretino. Se limitaron a colocar a mi paso algunas «buenas» novelas cuidándose muy bien de prohibirme las demás”

6. El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual)
“Eso es, grosso modo, el bovarismo, la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones: la imaginación brota, los nervios se agitan, el corazón se acelera, la adrenalina sube, se producen identificaciones por doquier, y el cerebro confunde (momentáneamente) lo cotidiano con lo novelesco”
“El bovarismo es –junto con algunas más- la cosa mejor repartida del mundo: siempre la descubrimos en el otro”

7. El derecho a leer en cualquier lugar
“Cada mañana durante los dos meses de invierno, confortablemente sentado en la sala de los retretes cerrada con siete llaves, el soldado Fulano vuela muy por encima de las contingencias militares”
8. El derecho a hojear
“Yo hojeo, nosotros hojeamos, dejémosles hojear. Es la autorización que nos concedemos para coger cualquier volumen de nuestra biblioteca, abrirlo por cualquier lugar y sumirnos en él un momento porque solo disponemos precisamente de ese momento”
“Cuando no se dispone ni del tiempo ni de los medios para regalarse con una semana en Venecia, ¿por qué negarse el derecho a pasar allí cinco minutos?”
El derecho y el placer de hojear un libro no tienen precio.

9. El derecho a leer en voz alta
“El hombre que lee en viva voz se expone del todo. Si no sabe lo que lee, es ignorante de sus palabras, es una calamidad, y eso se nota. […]El hombre que lee en viva voz se expone absolutamente a los ojos que lo escuchan”
“Si lee realmente, si pone en ello su saber controlando su placer, si su lectura es un acto de simpatía tanto para el auditorio como para el texto y su autor, si consigue entender la necesidad de escribir despertando nuestras más oscuras necesidades de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la multitud de los que se creían excluidos de la lectura se precipita detrás de él”

10. El derecho a callarnos
“El hombre construye casas porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal. Vive en grupo porque es gregario, pero lee porque se sabe solo. Esta lectura es para él una compañía que no ocupa el lugar de ninguna otra pero que ninguna otra compañía podría sustituir”

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