El poniente impecable en resplandores
quebró a filo de espada las distancias.
Suave como un sauzal está la noche.
Rojos chisporrotean
los remolinos de las bruscas hogueras;
leña sacrificada
que se desangra en altas llamaradas,
bandera viva y ciega travesura.
La sombra es apacible como una lejanía;
hoy las calles recuerdan
que fueron campo un día.
Toda la santa noche la soledad rezando
su rosario de estrellas desparramadas.
Jorge Luis Borges
Fervor de Buenos Aires (1923)
Un bonito poema y unas preciosa imágenes. Gracias por un momento de belleza en la red. Un beso
ResponderEliminarGracias, Armando. como siempre tan gentil. Besos
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