Aquí estoy
frente a una hoja
encerrada en
una lágrima
dispuesta a
la catarsis.
Me acerco a
tu memoria de puntillas,
te llamo en
voz baja.
Miro el mar
que dejaste hace un siglo
y tu sombra
me abraza.
He vuelto en
tu nombre
a tu tierra
que ahora es la mía.
He traído nuestros
recuerdos,
tu mirada
azul,
mi infancia
de tu mano,
nuestra manera
de caminar tan parecida.
Te debía un
poema
por ese adiós
postergado,
porque un
día te fuiste,
se me llenaron
los ojos de ausencia
y ya no supe
como nombrarte
sin que se
me hiciera pedazos el alma.
En cada ola
escucho tus palabras
Y me acuerdo
de los días que ya no existen.
Vuelvo contigo
a contemplar el cielo.
Lloro en
silencio.
Me suelto de
tu mano
y cierro los
ojos a los adioses
escritos en
el agua.
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