Debo confesar que me decepcionó el hecho que los eventos propios de la Semana Negra estuvieran, a mi juicio, ahogados por una feria gigantesca con unos niveles de ruido insoportables ya que de cada chiringuito salía una música diferente a unos decibelios insufribles. Yo creía que la Semana Negra se desarrollaba en un ámbito diferente, alejado de la feria. En fin, ignorante que es una.
El plato fuerte para mí fue el sábado 11 a la noche. En la Carpa de Encuentro, a las 0:30 leyeron Gioconda Belli y Luis García Montero, dos de mis poetas favoritos. Fue muy entretenido porque los dos intercalaban anécdotas y comentarios además de ser muy buenos lectores de sus poemas, no todos los poetas leen bien en voz alta.
Desordenadamente
Tus ojos
que están
llenos de selvas y son un manifiesto,
desordenadamente
Completamente viernes
Por
detergentes y lavavajillas,
por libros
ordenados y escobas en el suelo,
por los
cristales limpios, por la mesa
sin papeles,
libretas ni bolígrafos,
por los
sillones sin periódicos,
quien se
acerque a mi casa
puede
encontrar un día
completamente
viernes.
Como yo me
lo encuentro
cuando salgo
a la calle
y está la
catedral
tomada por
el mundo de los vivos
y en el
supermercado
junio se
hace botella de ginebra,
embutidos y
postre,
abanico de
luz en el quiosco
de la
floristería,
ciudad que
se desnuda completamente viernes.
Así mi
cuerpo
que se hace
memoria de tu cuerpo
y te
presiente
en la
inquietud de todo lo que toca,
en el mando
a distancia de la música,
en el papel
de la revista,
en el hielo
deshecho
igual que se
deshace una mañana
completamente
viernes.
Cuando se
abre la puerta de la calle,
la nevera
adivina lo que supo mi cuerpo
y sugiere
otros títulos para este poema:
completamente
tú,
mañana de
regreso, el buen amor,
la buena
compañía.
Poemas de Gioconda Belli
Y Dios me
Hizo Mujer
Y Dios me
hizo mujer,
de pelo
largo,
ojos,
nariz y boca
de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves
hondonadas
y me cavó
por dentro,
me hizo un
taller de seres humanos.
Tejió
delicadamente mis nervios
y balanceó
con cuidado
el número de
mis hormonas.
Compuso mi
sangre
y me inyectó
con ella
para que
irrigara
todo mi
cuerpo;
nacieron así
las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que
creó suavemente
a
martillazos de soplidos
y taladrazos
de amor,
las mil y
una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que
me levanto orgullosa
todas las
mañanas
y bendigo mi
sexo.
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