Grisea la
tarde en las ventanas.
Los árboles
van mudando el vestido.
Llovizna
sobre el asfalto
de este
octubre nuevo
atardecido
de ciudad
que me sale
al paso,
se me sube
por los ojos,
me besa en
la boca
y me inventa
un verso
donde la
piel y la magia se abrazan.
La lluvia se
adueña de las palabras
y promete
una tregua.
Las horas
vagan por las calles
pobladas de
andares y luces que despiertan.
Regresan
rumores de lluvias anteriores.
En la orilla
sur de la memoria
Es octubre
primavera y jacarandás azules,
Afectos
redimidos donde desagota la nostalgia,
Vivencia
primigenia que vuelve a su origen.
Me crecen
estrellas en el hueco de la mano
y octubre
otoñea entre lluvias y neblinas.
Anida el
último resplandor en los campanarios.
En ese
instante fugaz mi geografía
trasciende
los límites del mapa.
© Annie
Altamirano
Poema
inspirado en la foto de © Natividad Gómez Bautista
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