Angelina Gatell (1926-2017) tenía cinco años
cuando se proclamó la República. En las entrevistas en las que recuerda ese
momento dice que recuerda ir por las Ramblas a hombros de su padre, que
recordaba los olores y las banderas de aquella jornada. También decía que la
Guerra civil no habría terminado hasta que no quedase ni un muerto sin rescatar
de las cunetas de España.
Así define en unos versos su relación con “La
poesía”:
Entró en
mi casa y sigilosamente
se
instaló entre mis cosas.
Nadie la
vio llegar ni advirtió su presencia.
Ya tan
sólo recuerdo una inquietud vivísima
una
violencia indescifrable
lastimando
un sosiego desde siempre inseguro.
No hubo
por mi parte objeción, resistencia,
ni nada
que impugnara su aparición fortuita.
Y de
este modo,
clandestina,
se hizo dueña del aire,
del pan,
del agua, de mis ojos,
de mi
respiración…
Impune,
implacable fue llenando
mi
corazón con su desorden.
En tan
mínimo espacio puso tristeza y gozo,
fundió
la claridad con la tiniebla,
valor y
miedo
vertió
con gesto sibilino
en una
misma copa;
abrió
puertas, ventanas, descorrió visillos,
plantó
en mi huerto su árbol,
esquivó,
solidario, amoroso, rebelde,
y me
colmó las manos de dones y vacíos.
Y me
dejó viviendo
en
soledad, con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario