El jueves 22 se
presentó la antología ‘Luis García Montero
– Un Mundo Navegable Poesía escogida
(1980-2016)’ editada por Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A,
(Caracas, Venezuela, 2017, ISBN 978-980-01-2065-1) a cargo de la poeta Marisa Martínez
Pérsico.
En el acto intervinieron
las profesoras de la USAL Lina Rodríguez Cacho y María Jesús Framiñán de
Miguel, la poeta, la antóloga Marisa Martínez Pérsico y el poeta Luis García Montero.
Se desarrolló un interesante diálogo con los presentes quienes hicieron
interesantes preguntas al poeta quien amablemente se extendió en sus respuestas
para satisfacción de todos.
Dice Marisa Martínez Pérsico en el estudio preliminar a la antología: "El mar, imagen
polisémica en la lírica monteriana, adquiere otra simbología en el capítulo
dedicado a José de Espronceda. Allí será el símbolo de la libertad que cifra
las contradicciones y fracasos de la Modernidad: al escribir la Canción del
pirata, protagonizada por un marginado de la realidad, decide ajustar cuentas
con el presente y señalar las contradicciones de su época. La Canción del
pirata revela el romanticismo de Espronceda «por la libertad métrica, por la
utilización flexible de un lenguaje directo, sin convencionalismos, y por el
protagonismo de un héroe contemporáneo que, lejos de las brumas medievales,
asume el fracaso del contrato social y busca la libertad en un símbolo
inventado por la literatura de su siglo: el mar, el mar azul como patria del
viento». El mar romántico permite huir de la sociedad, entendida como cárcel."
"... En la obra de
Luis García Montero la presencia del agua, tanto en cronotopos acuáticos
(marinos y fluviales) como en sus diversas formas continentes (lágrimas,
lluvia, aguanieve, líquidos corporales como sudor y esperma, bebidas,
abluciones) se relaciona con procesos psicológicos, anímicos y de larga
duración. Están asociados al tiempo, a la memoria, al sueño, la nostalgia, el
deseo, la infancia, la procreación, la purificación, la muerte y la vida.
Difieren de los cronotopos urbanos, que representan lo efímero, inmediato,
cotidiano, rumoroso, real y tangible. Ambos son espacios complementarios que
nutren la experiencia del yo poético; la dosis onírica que aportan las imágenes
acuáticas se superpone a las urbanas, en un solapamiento de dos realidades que
no se presentan enfrentadas."
Irene mira por
primera vez la lluvia
Tiene el cielo un aspecto de
libro encuadernado
como de piel oscura y sombra
pensativa.
Tú no puedes saberlo.
Ni siquiera conoces todavía
su resplandor nostálgico
de laguna que cruza por medio de
la tarde
llena de ojos inquietos, cofres
y nadadores.
Porque cualquier mirada necesita
todo lo que duerme detrás de una
pupila.
Deja pasar mil noches:
que tu ciudad se tienda con el
gesto
gris de las alamedas,
que el suelo de tu casa parezca
interminable,
movedizo, igual que los
desiertos,
y que tu corazón, sombra partida
por el cristal de la ventana,
sepa cómo discurre la humedad
de una presencia extraña.
Camino de los nombres y los días
es una ley de tribu
que la lluvia se viva en primera
persona
con un dejo de alma trabajada
y que el mundo respalde
su dudoso prestigio
en tu pequeño corazón sin mundo
Lo repiten mil veces los libros
de poesía.
Vive y sueña despierta
el difícil derecho que tendrán
tus deseos
a reclamarte tiempo, a pensar
por sí mismos.
de "Las flores del frío", 1994
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