El demonio de la
angustia
llama a formar
un desfile de
desheredados.
Deambulan en la
línea infinita
del miedo
elevando inútiles
oraciones
a unos dioses
hambrientos.
Ojos fatigados
por las distancias,
no conocen más destino
que la roca en
carne viva
o el acechar de
la muerte
en las púas
ensangrentadas
de los caballos
de Frisia.
Todos asistieron
impasibles
a la profanación
seriada
de la humanidad,
devorando
imágenes,
cada vez más
sordos
en el estrépito
de esta Babel
interminable.
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