miércoles, junio 15, 2011

Borges en el tiempo - Silvia Hopenhayn, para LA NACION


Veinticinco años. Un cuarto de siglo sin Borges. El cumpleaños de su ausencia. Recordarlo es casi un sacrilegio, si recordamos su propia refutación del tiempo (en el fondo, una asunción).
Como en Joyce o en Kafka, en Borges la eternidad parece estar encriptada en sus libros. En Otras inquisiciones , más precisamente en su ensayo "Nueva refutación del tiempo", deja bien clara su negación de lo sucesivo (una especie de feliz NO cumpleaños, como en Alicia en el País de las Maravillas ) y la dicha de lo simultáneo. El final es casi una confesión: "El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges".
Su juego con la fatalidad del nombre propio se trasladó a sus personajes. Son ellos los que perduran y hacen del tiempo una sustancia efímera. Estarán siempre entre nosotros. Por eso, propongo pasar lista. Nombrarlos es un guiño al recuerdo de su creador. Ellos no cambian con el tiempo, sino con el pasar de las páginas.
Ireneo Funes sufre un cambio irreversible cuando lo voltea una yegua en la segunda página del cuento "Funes el memorioso". En el tiempo, se mantiene intacto.
Cuando Emma Zunz se entera del suicidio de su padre y planifica su venganza, en el paso de la primera a la segunda página, el tiempo deja de pasar. Como escribe Borges, ella "ya era la que sería".
El narrador de "El Aleph", en el momento en que percibe el Aleph, confiesa, con vértigo y certeza: "Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza, aquí, mi desesperación de escritor". Hay un antes y un después, irreversible y escrito, que no cambia con el tiempo, pero sí al dar vuelta la página.
Juan Dahlman, el protagonista de "El Sur", es también, como Funes, víctima de un accidente. Pero en su caso es más importante lo imprevisible que lo irreversible. "Algo imprevisible ocurrió? una daga desnuda vino a caer a sus pies." Y allí sigue Dahlman, todos los días, empuñando lo que Borges le dictó.
Los personajes de Borges vienen con la fatalidad prescrita. En los cuentos citados -y en muchos otros- se nombra el momento clave de sus vidas, que consiste por lo general en una visión total y repentina del sentido de la propia existencia, en tanto única.
En el relato "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz", la idea misma de biografía se limita a una noche, dado que "cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento; el momento en que el hombre sabe para siempre quién es".
¿Cuál habrá sido el de Borges?
Muy interesantes reflexiones. alguien se anima a contestar?


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