Las gotas pegan sobre los cristales,
la tarde revienta en grises y azules,
nubes bajas que encharcan el campo
se reflejan sobre el río,
la tierra abre los brazos
saciando la sed de los surcos.
El atardecer cae
como un silencio invisible,
pasan veloces los chopos,
los campos,
alguna finca,
caminos de tierra que llevan
a pequeños poblados que desconozco
con calles vacías,
iglesias silenciosas,
fardos de heno
recuerdo del verano
Las ovejas se deslizan,
anaconda albina,
de regreso a casa
Sueño aromas de café con leche,
tostadas recién hechas,
la leña ardiendo en el hogar.
Me arrebujo en mi asiento.
Llegó el otoño.
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