jueves, marzo 29, 2012

III Día Internacional de la Poesía - Segovia 24 de marzo de 2012 - Crónicas segovianas - Parte I

III Día Internacional de la Poesía - Segovia 24 de marzo de 2012



Todavía me dura la resaca. Menuda borrachera la del sábado, borrachera de las buenas, de las que te duran sin dolores de cabeza, borrachera de poesía y de amistad. Llegamos a Segovia de mañana, y nos fuimos encontrando y reconociendo en la puerta del convento de los Padres Carmelitas.  Norberto García Hernanz, alma mater de toda esta hermosa celebración, nos recibió a cada uno con una sonrisa y llamándonos por nuestro nombre, increíble su memoria porque no éramos precisamente unos poquitos, sino exactamente treinta y ocho. 





Comenzamos visitando el convento de los padres Carmelitas y la tumba de San Juan de la Cruz. Fray Salvador nos contó algunas anécdotas interesantes sobre la vida del santo y su nada fácil relación con Santa Teresa de Ávila, quien, con todo respeto, menuda era. La cosa es que San Juan murió en Úbeda, pero como no me acuerdo a qué señora importante se le dió por decir que el hombre había dicho que quería ser enterrado en Segovia, pues hala, a desenterrarlo y a llevarlo a Segovia. Y esto parece que fue así nomás porque Cervantes lo relata en un pasaje del Quijote. 


Lo entierran al santo en el pequeño cementerio del convento. Bueno, a lo que quedaba del santo porque según nos contó el fraile, por esa divertida costumbre de la iglesia católica de desparramar reliquias por cuanta iglesia anda por ahí, al hombre lo trocearon convenientemente y, para que nadie se ofendiera, repartieron las piernas por Úbeda, un brazo por no sé donde , que un dedo por otro lado, total que en Segovia quedaron el torso y la cabeza. 






En 1926 lo proclaman doctor de la Iglesia y se construye una capilla en el terreno del antiguo cementerio con un mausoleo que parece el de Napoleón. En la urna enorme que está en la parte superior está lo que queda de San Juan. 






No sé qué opinará el pobre santo, con lo humilde que dicen que era, verse metido en semejante catafalco. 






Seguimos el paseo y la verdad es que el sitio es precioso, tiene unas vistas impresionantes del Alcázar y por suerte el pelotazo urbanístico no puede tocar esa zona. 






Caminamos por distintos sitios frecuentados por el santo donde algunos compañeros leyeron sus versos y fray Salvador contó algunos detalles de su poesía. 






Una vez terminada la visita, nos encaminamos a la cuesta de San Juan, el camino que lleva al centro de la ciudad y que el santo hacía todos los días para confesar a las monjas. El pobre hombre se merecía la canonización. Entre Santa Teresa, las confesiones que debían ser aburridísimas, y la cuesta...






Aquí los poetas en marcha, dispuestos a encarar la cuesta. ¿Quién dijo que ser poeta no es sacrificado?



1 comentario:

  1. Tan poco aburridas eran las confesiones que el santo estaba entregadísimo a su labor como confesor, y se sabe que en bastantes ocasiones adivinaba los pecados de los que se acercaban a su confesionario, en su convento de Segovia, y que algunas veces se veía salir un resplandor del lugar donde confesaba. La dama segoviana que organizó el traslado de sus restos fue Ana de Mercado y Peñalosa.

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