domingo, marzo 28, 2010

Aquí. Hoy



Ya somos el olvido que seremos.

El polvo elemental que nos ignora

y que fue el rojo Adán y que es ahora

todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas

del principio y el término. La caja,

la obscena corrupción y la mortaja,

los ritos de la muerte, y las endechas.

No soy el insensato que se aferra

al mágico sonido de su nombre.

Jorge Luis Borges

Poema inédito

http://www.elpais.com/articulo/portada/Ficcion/realidad/elpepuculbab/20100327elpbabpor_3/Tes

sábado, marzo 27, 2010

Oblivion

¿A dónde iré cuando me haya ido
Definitivamente, abandonado mi lugar,
mi espacio vivo,
mi certeza existencial,
la de los otros?

¿Qué, mas allá del tacto frío
del mármol, del vaho opresivo
de flores podridas?

Pozo negro, cuencas vacías,
bocas enmudecidas en eterno silencio,
soledad profunda,
soledad inasible.

Brevemente el recuerdo
de quienes me lloren.

Cuando mi memoria se pierda
en su tiempo también limitado
la inevitable inmensidad
del olvido.

@Annie Altamirano
Publicados en la antología Taller de Escritura Casa de las Conchas 2009 - 2010 ,Salamanca 2010, Bubok Publishing S.L, varios autores

viernes, marzo 26, 2010

Arrested Development


Arrested development
Arrested
Arrestado
Queda usted arrestado
Quién? Yo? No
Soy Batman
Un superhéroe
To save and to Protect
Los superhéroes no existen
Es un tipo disfrazado
All the world’s a stage
Las heroínas tampoco
Yo hago lo que quiero
Por eso soy quien soy
La revoluzione siamo noi
Voy a cambiar el mundo
No
Existes sólo en la fantasía
De los hombres que te crearon
No eres real
Utopía
Gimme shelter
I’m gonna fade away
Live fast die young
Brian Jimi Janis Kurt
Memento mori
Recuerda que vas a morir
Terror
Torre
11
El guerrero universal
Mira, acecha, persigue
La cruz
La luna
Las barras
Las estrellas
La pirámide social
Trabajamos
Nos comen
Nos matan
Nos engañan
Nos manejan
I’m too sad to kill you
No hay Dios
Lama sabachtami
Sólo la paz ardiente
Del petróleo

Publicado en la revista de Salamanca Letra Contemporánea

Bergman y los idiotas



Hace un tiempo, un buen amigo colgó su primer cortometraje en You Tube. Por una cuestión de lealtad y venciendo mi atávica desconfianza hacia los cortos, me decidí a verlo. ¿Por qué atávica desconfianza? En cuanto les cuente me entenderán.

Desde mi humilde punto de vista, el corto en cuestión está bien hecho. Es una historia muy simple con una sola protagonista que, a mi modo de ver, está como una cabra. Logró despertar mi curiosidad y en el minuto 4.45, dura unos 9 y algo, yo ya me estaba preguntando dónde quería ir a parar este con su personaje y logró sorprenderme.

Hasta aquí todo normal. El problema vino cuando leí los comentarios de otros espectadores y empezaron a hablar del ‘significado’ del corto. Significado que, por cierto, nunca concretaron, siempre se referían a él como ‘el mensaje’. O sea que el mensaje viene a ser ese ente abstracto y omnipresente que sobrevuela a todos los cortos, que es sólo perceptible para ciertas mentes preclaras, y que nadie te explica. Y vos te quedás con cara de idiota pensando que debés ser medio imbécil porque para vos estaba todo clarito hasta que a alguien se le ocurrió nombrarlo a EL, y maldiciendo por lo bajo porque sabías que por algo no lo querías ver, otra vez te la hicieron. No hay vez que vea un cortometraje que pueda quedarme con la satisfacción del deber cumplido, o sea, entender el bendito mensaje. Y yo que estaba tan contenta creyendo que éste no lo tenía. Pues lo tiene. Ahora, so pena de parecer una subnormal profunda, voy a tener que llamarlo a mi amigo por teléfono para preguntarle qué demonios quiso decir porque no lo pesqué, ¿Ahora me entienden?

Pero esto no es de ahora ni sólo con los cortos. También me pasa con Bergman y fulanos así. ¡Y no les cuento cuando estaba en la universidad! En los años 70 lo mas ‘in’ era ver películas de Bergman o, en su defecto, de cualquier otro director europeo. Eso sí, el requisito indispensable era que la película fuera bien rara. Recuerdo una de Polanski, ‘Qué’, con Marcello Mastroianni y Sydne Rome en la que ella se pasea en pelotas por las distintas locaciones sin decir ni mu. Cuando salí del cine, todo el mundo con cara de embeleso, elogiaba la película, el genio del director, la profundidad del ¡MENSAJE! Imagínenme a mí. Yo miraba a mi alrededor estupefacta sin saber qué parte me había perdido o si me había equivocado de sala porque para mí no tenía ni pies ni cabeza. Eso sí, antes muerta que parecer idiota entonces, a cuantos me preguntaban yo, con mi mejor cara de intelectual subyugada por la musa del director, decía: ¡Fascinante!

Claro, era otra edad y con los años una pierde la paciencia y decide que ya no tiene que parecer nada, soy como soy y al que no le guste que no me frecuente. Ya no me importa decir que no entiendo a Bergman, que a Pappo nunca lo tragué, que me gustan Harry Potter y los Bee Gees y que lloro cada vez que veo ‘Los Puentes de Madison’. Será estar contenta con una misma y no sentir que tengo que ‘quedar bien’. Es lo que tiene cumplir años … algo bueno tenía que tener… ¿O será que me estoy volviendo una vieja cabrona?

jueves, marzo 25, 2010

¿Qué pasaría si no existieran los teléfonos y los coches?

Creo que para un amplio sector de la sociedad, mi parentela y amistades incluídas, sería un drama existencial. Vamos por partes, porque no para todos la ausencia de estos dos elementos representaría el peor castigo de su vida ... pero que los hay, los hay.

Veamos qué pasa con el teléfono, artilugio útil sin duda y en este momento, nadie concibe la vida sin teléfono. Que no tiene teléfono, dices? Pero qué es ese tío, alguna clase de hippie o de ermitaño? Nadie decente va por la vida sin teléfono, aunque mas no sea un fijo. Pero hay gente que es teléfono-adicta, todo lo hacen por teléfono: la compra del super (me pregunto cómo eligen los tomates), la cena (gracias a Dios por el “delivery”), la consulta médica (Ay, doctor, es que sabe usted que me siento tan débil que ni puedo levantarme de la cama. ¿A usted le parece que si tomo esas píldoras que me recetó la última vez se me pasará?) y, lo que es peor, las visitas sociales.

Yo tengo dos amigas que se empeñan en prodigarme visitas telefónicas, nunca inferiores a 30 minutos. Claro que lo hacen con la mejor de las intenciones, como yo estoy tan ocupada toda la semana, ellas me ahorran la ida hasta su casa. Pero lo terrible es que se eligen cada horario! Convengamos en que no es fácil encontrarme en casa, y como lo saben, me llaman al mediodía o a la noche, justo cuando estoy friendo papas o preparando caramelo para un flan. Y por mas indirectas que sueltes, la visita sigue y sigue.

“Bueno, mira, la sartén está a punto de levantar vuelo así que tengo que cortar”. “Sí, por supuesto, querida. Ay!!! ¿Te conté lo que me pasó con la sartén la semana pasada cuando preparaba la cena? Te cuento, había invitado a ............” Y dale que va. No se dan por vencidas jamás.

Imagínense a esta gente cuando un viernes a la tarde descubren que su teléfono ha muerto. Levantan el auricular y nada. Silencio total. Y cuando llega el técnico les dice que hasta el lunes no se puede hacer nada. Todo el fin de semana sin teléfono!!!!!! Se les comienzan a inyectar los ojos en sangre, les transpiran las manos, tienen escalofríos, un temblor inmisericorde les recorre el cuerpo y un fino hilillo de baba comienza a caer por las comisuras de la boca. Y en el paroxismo del síndrome de abstinencia, se prenden al telefonillo del portero eléctrico y comienzan a parlotear frenéticamente para asombro de los transeúntes.

Típìco de las mujeres! Sentencian los hombres. Es cierto. Hay que reconocer que esta adicción es más común entre las mujeres pero ... qué pasaría si no existieran los coches? Seguramente las tres cuartas partes de la población masculina occidental se transformaría en eunuco parcial. ¿Cómo un eunuco parcial? Sí, querida mía, eunuco parcial, porque para el hombre su coche es su tercer huevo.

El hombre y su coche son como Batman y Robin, Laurel y Hardy, Mortadelo y Filemón, el café con leche con medialunas o el chocolate con churros. Son inseparables. Siempre habrá excepciones pero quién no ha escuchado ( o sufrido ) la siguiente situación:

“¿Vamos, querido? Ya estoy lista.”
“Sí, ya llamo un taxi”
“¿Un taxi? ¿Para qué si el coche está en la cochera y lo único que hay que hacer es pillar el ascensor?”
“¿Estás loca? ¿Has visto cómo llueve? Sólo a una mujer se le puede ocurrir sacar un coche con esta lluvia. ¿Tú sabes cómo queda el motor cada vez que pasa por un charco? A ver si te sacaba a ti caminando en esta lluvia con tus zapatos de diseño. ¿Tú sabes lo que cuesta este coche?” (cámbiese el acento español por el argentino, colombiano, o traduzca al francés o al italiano, será lo mismo). Y tú mientras tanto mascullando “¿Y para qué está el coche sino para que no me moje o no me parta de frío? Y si sabré lo que cuesta. Por culpa del coche los zapatos de diseño los veo sólo en las revistas.”

Segundo acto de la obra “El tercer huevo”. Tú planchada en la cama, tus ovarios en estado de insurrección total y, por más empeño que pongas, no te puedes levantar porque no puedes recuperar la vertical. Vas de la cama al baño a 90º con respecto a tus pies y ni así ... Joder, tía, que Dios debe ser machista. “Cariño, por favor vete a la farmacia y tráeme una tonelada y media de pastillas de ibuprofeno super concentrado, que no doy más”. Y cariño no responde. Sigue concentrado en la agenda telefónica, pasando las hojas con frenesí asesino. “Que yo lo tenía aquí anotadito. Joder, macho, será posible que no pueda encontrar el número. Relájate, Roberto, que son los nervios. En una emergencia y hay que conservar la cabeza fría”. Y tú, inocente, con una sonrisa comprensiva y llena de amor le dices “Mi amor, no hace falta que llames a emergencias. Es sólo la regla. Esto se soluciona con ....” “Qué emergencias ni qué boquerones fritos, estoy buscando el número de Juanma”. (“Juanma?”) “El mecánico, tía, el mecánico. Así sois las mujeres, el único número que conocen es el del estilista. Esto es serio. Hace un momento puse en marcha el coche y hace un ruido que no estaba allí ayer cuando lo guardé. Parece que una colonia de grillos se apoderó del motor. Y así no puedo ni moverlo del garage. Ahhh! Aquí está.” Y allí se va, aliviado porque encontró el número de Juanma que le salvará la vida a su tercer huevo. ¿Y tú? Bien, gracias, aquí, con los ovarios en crisis.

Para nosotros

me aprendí tus ojos y tu cara,
con la punta de los dedos dibujé tu boca,
grabé tu cuerpo con mi cuerpo
y guardé tus besos.

y así,
cuando nos duela la distancia
y el tiempo se haga eterno
desandaré nuestros caminos,
revisaré minuciosamente aquellos minutos
y tendré un resto de aliento
hasta que vuelvas.

@Annie Altamirano, publicado en Paseo Poético, El amor y otros poemas,Asoc. cultural Otero de Monterrubio, Salamanca 2009

Ausencia

domingo, marzo 21, 2010

Día Mundial de la Poesía


«La diversidad poética nos brinda otra manera de dialogar. Nos permite descubrir que todos y cada uno de nosotros, en cualquier punto de la Tierra, compartimos los mismos interrogantes y sentimientos. Es una faceta de nuestra libertad, es nuestra humanidad. Por eso la poesía debe ocupar el lugar que le corresponde en los programas de educación de calidad. Mediante al acceso a la poética del mundo entero, los jóvenes pueden disponer de un vector más, diferente, sutil y fluido, para mejorar su conocimiento y comprensión del prójimo. El descubrimiento de un nuevo poema constituye un acto de inmersión en la lengua, pero también en la emoción y la sensibilidad del otro, por más distante que se encuentre en términos geográficos.».

Mensaje de la Directora General de la UNESCO,
con motivo del Día Mundial de la Poesía, 21 de marzo de 2010

http://www.un.org/es/events/poetryday/
Desde el Palacio Barolo
Donde habita el Dante
Tiene 22 pisos, que son versos; un poco más de cien metros, que parecen cantos; tres secciones: Infierno, Purgatorio y Paraíso. Y una vista áurea...


http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1245249

Nana


Duerme mi niño
Que viene la luna
A traerte estrellas
A tu linda cuna

Duerme mi niño
Que se hizo de noche
Y ya viene el lucero
A pasear en coche

Duerme mi niño
De ojitos pardos
Manitas de cielo
Mejillas de nardo

No temas mi niño
Duérmete ya
Que el ángel de la guarda
Te velará

@Annie Altamirano
Publicados en la antología Taller de Escritura Casa de las Conchas 2009 - 2010 ,Salamanca 2010, Bubok Publishing S.L, varios autores

Riachuelo

sábado, marzo 20, 2010

Haikus de Salamanca


Catedral

Blancas y negras

Anidan las cigüeñas

En la catedral


Bretón

Último acto

Ladrillos en el suelo

Una lágrima


Noche salmantina

Torre de Babel

Seducción etílica

Cerveza y humo


Otoño

Cae la lluvia

Las terrazas vacías

Bostezan tristes


cae la tarde

bebo las gotas frescas

de tu mirada

(patio Casa de las Conchas, taller de poesía de Raúl, junio 2006, lloviznaba)



@Annie Altamirano
Publicados en la antología Taller de Escritura Casa de las Conchas 2009 - 2010 ,Salamanca 2010, Bubok Publishing S.L, varios autores

Haikus


I

entrelazados

sudan libres los cuerpos

de los amantes

II

llega furtiva

a robarte los sueños

la fría muerte

III

ojos que beben

árido es el paisaje

de arena y sol

IV

tiestos con flores

tus manos como hadas

cuidan sus almas

V

verde silencio

el húmedo perfume

entibia el alma

(Ríosequillo, Villanueva de Villaescusa, Santander Julio 2006)

VI

allí en la cueva

por las manos del pintor

pasa la historia

(Altamira, Julio 2006)

VII

ochenta críos

el pobre de Herodes

incomprendido

(Albergue de Cabárceno, Julio 2006)

VIII

palabras y risas

Alcaraván y vino

mis cinco amigas

(Salamanca, 25 Agosto 2006)


Historia de cuernos

yo
tu
yo tu
nosotros
yo tu
el
nosotros
el
yo
tu el
yo
vosotros
yo
ellos
yo


@Annie Altamirano
Publicados en la antología Taller de Escritura Casa de las Conchas 2009 - 2010 ,Salamanca 2010, Bubok Publishing S.L, varios autores

Dependencia

Sos

Soy

Vas

Voy

Ser

Sin

Voz

Yo

No

Soy

Yo

Sin

Vos

No




@Annie Altamirano

Recuerdos



Desde que era un bebé, mis padres iban a Sierra de la Ventana en verano. Sierra, como le decimos los de toda la vida, es una villa metida entre las montañas más antiguas del planeta, en un valle lleno de bosques, arroyos y campos cultivados, cerca de mi ciudad natal; y allí, en una esquina frente a la estación de trenes estilo inglés, como todas las viejas estaciones de ferrocarril de Argentina, está el Hotel Golf, un edificio de piedra gris de dos plantas que parece sacado de una postal del Tirol. Los dueños eran Alfredo y Eliza Schopper, un alemán enorme de risa fácil, voz estentórea y gran tomador de cerveza, y ella una suiza bajita, regordeta, de carácter fuerte, que cocinaba como los dioses y vivía regañando a Alfredo por la cantidad de cerveza que tomaba.

Como dije, el hotel parecía sacado de una postal del Tirol y no sólo por fuera. Los muebles, la mantelería, las cornamentas de ciervo y el aroma deliciosos que venía de la cocina a toda hora, todo era un recuerdo de los Alpes y la Selva Negra. El desayuno se servía en una terraza acristalada sobre un lateral del hotel donde daba todo el sol de la mañana, y era una gloria. Nos servían el café con leche en unos tazones enormes de loza y la leche no era como la de ahora, envasada en cartón, con vitaminas, minerales, sin colesterol, desnatada, con lactonosequé ... no, era leche en serio, ordeñada al amanecer, espumosa, cremosa, riquísima. Y en ese café con leche mojábamos rodajas de pan de campo untado con mantequilla casera y las mermeladas increíbles hechas por Eliza. El almuerzo y la cena se anunciaban con un gong que había sobre un enorme aparador de roble macizo donde se guardaban los cubiertos y la mantelería. Siempre empezábamos con sopa y todavía me acuerdo de la sopa a la reina, una sopa de fideos con hilos de huevo batido y perejil picado finito que era una delicia, será por eso que nunca tuve el odio hacia la sopa que parece ser tradicional en casi todos los chicos.

La hora de la siesta era sagrada, a dormir todo el mundo porque hace mucho calor y a esta hora hay víboras en el río. Con los años me di cuenta que esto era una excusa de mi madre para no ir al río a esa hora porque aborrece el calor y, además, es fiel seguidora del principio básico de toda buena madre que los niños deben dormir la siesta, principio universalmente odiado por todo chico que se respete. Y, al fin y al cabo, en verano en el río hay víboras a toda hora. Pues bien, la cosa venía de dormir la siesta y a mí, ya a los cuatro o cinco años, mucha gracia no me hacía porque era mas divertido deambular por el hotel buscando rincones misteriosos, que los había y muchos para alguien de mi edad y con mi imaginación, o jugar con mis dos amigos: Blitz y Wolff, dos enormes pastores alemanes que eran como los hijos que Alfredo y Eliza nunca habían tenido. Blitz, que en alemán significa rayo, era casi blanco, y Wolff, el lobo, tenía un manto negro. Si bien eran muy guardianes, no eran agresivos, pero todos los pasajeros les tenían mucho respeto menos yo que, como era pequeña y me había criado con ellos, los trataba como si fueran pekineses inofensivos. Los perros siempre estaban en el patio salvo a la hora de la siesta cuando les permitían dormir en el vestíbulo, que era muy fresco. Una tarde, parece ser que me escapé de la habitación y me fui a jugar con los perros al vestíbulo. Mis padres descubrieron mi ausencia en cuanto se despertaron y bajaron rápidamente al salón donde don Alfredo muerto de risa les contó que me había encontrado durmiendo a pata suelta en el vestíbulo entre los dos perros, que me debían ver como la manada a Mogwli en El Libro de la Selva porque, no sólo no me hacían ningún daño, sino que no dejaban que ningún extraño se me acercara. Años después se repetiría la historia con mi pastor alemán y mi hijo mayor.

Al atardecer, cuando volvíamos del río, nos bañábamos en unas tinas enormes de porcelana blanca con patas de bronce en forma de garra de león, y nos vestíamos para ir a tomar el vemouth. Entonces los mayores se sentaban en el salón o en las mesas que don Alfredo ponía en la vereda a tomar un aperitivo o una cerveza con maníes, papas fritas, queso cortado en daditos y aceitunas verdes. A nosotras (a esta altura de mis recuerdos ya contaba con la compañía de mi prima Sandra, dos años menor que yo, con quien compartía veranos y a quien arrastraba en mis andanzas) don Alfredo y su hermano Franz, nos sentaban en los taburetes del bar y nos plantaban delante sendos platos de maníes y una Bidú Cola bien fría con las consiguientes protestas de mi madre y mi tía que decían que luego no íbamos a cenar. ¡Qué va! Ni locas nos hubiéramos perdido una de las deliciosas comidas de Eliza aunque reventáramos.

Los días eran tan largos que a la noche caía rendida, y me encantaba meterme entre esas sábanas de hilo con olor a limpio. Pero hacia la madrugada siempre me despertaba el pitar de los trenes, entonces, sin hacer ruido, me levantaba a espiarlos desde la ventana de la habitación y eran como un fascinante monstruo bonachón y ruidoso. Primero fueron las máquinas a vapor, negras, enormes, que echaban densas columnas de humo blanco, luego, el progreso puso sobre las vías la primera locomotora diesel, amarilla con rayas anaranjadas, a la que, supongo que por la impresión que me causó, apodé “La Máquina Dragón”. Los días y los trenes pasaron pero el hechizo siguió, tanto que, de vez en cuando, voy con mis hijos a la estación de Sierra y los trenes, al pasar, todavía conservan para mí ese encanto.

Ahora el hotel está cerrado y abandonado, algún hijo de mala madre envenenó a Blitz y a Wolff, Eliza y Alfredo murieron hace años y cada vez pasan menos trenes. Mucha gente va a Sierra de la Ventana escapándole a la locura de las grandes ciudades; hay cyber cafés, los pibes pasean en moto y no falta quien se lleva el móvil al río. A veces escucho a una madre, de esas que nunca vio un sapo mas que en fotos, decirle a su niño, con su habitual soniquete “¡No vayas por el pasto que te vas a ensuciar!” y pienso ojalá esos chicos tuvieran la suerte de pasar un verano como los míos, aquellos del Hotel Golf, de la sopa a la reina y de la siesta con Blitz y Wolff.

Octubre

  Grisea la tarde en las ventanas. Los árboles van mudando de vestido. Llovizna sobre el asfalto de este octubre atardecido de ciudad que me...