sábado, junio 30, 2012

Los cuentos del señor Hawthorne

Hace unos días encontré un libro que leí en inglés hace muchos años en la universidad y que disfruté enormemente: La letra escarlata de Nathaniel Hawthorne. Y como una cosa lleva a otra, me dediqué a releer algunos de sus cuentos. Hawthorne, novelista y escritor de relatos, considerado figura clave de la literatura norteamericana, nació en Salem, Massachussetts en 1804 en una familia puritana. Uno de sus ancestros, el juez Hathorne, había presidido los juicios de las brujas de Salem. Esto tuvo dos consecuencias. La primera fue que, horrorizado por el comportamiento de su pariente, Nathaniel se cambió el apellido agregando la ‘W’. La segunda es la profunda conciencia de los problemas éticos del pecado, el castigo y la expiación que refleja su obra. Su primera novela, Fanshaw, escrita en 1928, no tuvo buena acogida del público por lo tanto, Hawthorne escribió también artículos y cuentos breves en distintos periódicos para ganarse la vida.
Algunos de los cuentos se recogieron en Cuentos contados dos veces (1837), un libro que, a pesar de no proporcionarle excesivos ingresos económicos, le creó un nombre entre la crítica. Estas primeras obras son, en su mayoría, apuntes históricos y cuentos alegóricos, centrados en conflictos morales y en los efectos del puritanismo en las colonias de Nueva Inglaterra. En este libro hay más de treinta cuentos de diverso tenor. Algunos como Domingo en casa nos dan una idea cabal de cómo era la vida de las comunidades puritanas del norte de América. Las campanas de boda o El velo negro del pastor tienen, a mi juicio, un tinte gótico, inquietante y tenebroso. La absurda historia de Wakefield tiene, según Jorge Luis Borges, mucha similitud con las fantasías de Kafka. En efecto, Hawthorne ha sido una gran influencia en escritores contemporáneos como James Joyce, Frank Kafka, Arthur Miller, Ernesto Sábato y el mismo Borges. A través de sus profundas indagaciones psicológicas, Hawthorne descubrió las motivaciones secretas de la conducta humana, y los sentimientos de culpa y angustia que él achacó a los pecados cometidos contra la humanidad. Su preocupación por el pecado lo sitúa como continuador de sus antepasados puritanos, aunque su concepto de las consecuencias del pecado y de los castigos derivados de la falta de humildad y del exceso de orgullo, o de la regeneración a través del amor y la expiación de las culpas, lo alejó radicalmente de la idea de destino que mantenía el puritanismo. La utilización de la alegoría, la parábola y la simbología presenta a sus personajes difuminados e irreales, aunque manifiestan la ambivalencia emocional y espiritual que el autor consideraba inseparable de la herencia puritana de Estados Unidos. Creo que leer a Hawthorne, es acceder a una de las fuentes que nos ayudan a establecer las motivaciones y bases formales sobre las cuales se ha fundado la narrativa actual. Publicado en Revista Imprescindibles © Annie Altamirano Todos los derechos reservados

iDeas para escribir: una app literaria

Consejos, trucos y ejercicios para lanzarte a escribir. 23 de junio de 2012. Estandarte Qué: iDeas para escribir: una aplicación que te ayuda a escribir ¿Una aplicación que te ayuda a escribir? Exacto, eso es iDeas para Escribir, una app pensada como un taller de escritura para llevar siempre encima, creada por los emprendedores españoles detrás del proyecto Literautas.com. En su primera semana de lanzamiento en España iDeas para Escribir alcanzó el puesto número 1 de ventas en la categoría de productividad de la App Store, además de recibir una gran acogida por parte de los usuarios. iDeas para Escribir, que está disponible en español y en inglés, cuenta con una serie de generadores de ideas para lanzarse a escribir y una completa lista de ejercicios: el usuario puede inspirarse gracias a los disparadores creativos de primeras líneas, títulos, personajes o sus sugerencias de palabras al azar. Además, los ejercicios de la sección Taller, organizados por nivel de dificultad y en distintas categorías, sirven de guía para sacar el máximo partido de estos disparadores. Literautas.com informa que iDeas para Escribir es útil tanto para profesionales como para escritores aficionados. Se trata de una aplicación para mejorar la creatividad y las técnicas narrativas, pero sobre todo para encontrar la inspiración y disfrutar de la escritura… Estos son en concreto los ejercicios que encontrarás en la aplicación: "Generador de primeras líneas": Un disparador creativo con miles de sugerencias para darle un impulso a tus historias. "Generador de títulos": Un creador de títulos para poner el broche final a tus novelas, guiones, cuentos, relatos... "Generador de personajes": Un generador de fichas de personaje con infinidad de posibilidades, para que encuentres y modeles a los protagonistas de tus narraciones. "Generador de palabras aleatorias": Un generador de cinco palabras aleatorias para inspirarte antes de empezar a escribir y para usar como punto de partida en muchos de los ejercicios de la aplicación. "Ejercicios de escritura": Un completo taller literario con muchísimos ejercicios de distintas categorías y dificultades, para que pulas tu técnica y aproveches al máximo los disparadores creativos de la aplicación. "Consejos para escritores": En iDeas para Escribir encontrarás también una pequeña sección con consejos para ayudarte y motivarte en tu día a día con la escritura.
Yo quieroooooo!!!!!

viernes, junio 01, 2012

Bergman y los idiotas

Hace un tiempo, un buen amigo colgó su primer cortometraje en You Tube. Por una cuestión de lealtad y venciendo mi atávica desconfianza hacia los cortos, me decidí a verlo. ¿Por qué atávica desconfianza? En cuanto les cuente me entenderán. Desde mi humilde punto de vista, el corto en cuestión está bien hecho. Es una historia muy simple con una sola protagonista que, a mi modo de ver, está como una cabra. Logró despertar mi curiosidad y en el minuto 4.45, dura unos 9 y algo, yo ya me estaba preguntando dónde quería ir a parar este con su personaje y logró sorprenderme. Hasta aquí todo normal. El problema vino cuando leí los comentarios de otros espectadores y empezaron a hablar del ‘significado’ del corto. Significado que, por cierto, nunca concretaron, siempre se referían a él como ‘el mensaje’. O sea que el mensaje viene a ser ese ente abstracto y omnipresente que sobrevuela a todos los cortos, que es sólo perceptible para ciertas mentes preclaras, y que nadie te explica. Y vos te quedás con cara de idiota pensando que debés ser medio imbécil porque para vos estaba todo clarito hasta que a alguien se le ocurrió nombrarlo a EL, y maldiciendo por lo bajo porque sabías que por algo no lo querías ver, otra vez te la hicieron. No hay vez que vea un cortometraje que pueda quedarme con la satisfacción del deber cumplido, o sea, entender el bendito mensaje. Y yo que estaba tan contenta creyendo que éste no lo tenía. Pues lo tiene. Ahora, so pena de parecer una subnormal profunda, voy a tener que llamarlo a mi amigo por teléfono para preguntarle qué demonios quiso decir porque no lo pesqué, ¿Ahora me entienden? Pero esto no es de ahora ni sólo con los cortos. También me pasa con Bergman y fulanos así. ¡Y no les cuento cuando estaba en la universidad! En los años 70 lo mas ‘in’ era ver películas de Bergman o, en su defecto, de cualquier otro director europeo. Eso sí, el requisito indispensable era que la película fuera bien rara. Recuerdo una de Polanski, ‘Qué’, con Marcello Mastroianni y Sydne Rome en la que ella se pasea en pelotas por las distintas locaciones sin decir ni mu. Cuando salí del cine, todo el mundo con cara de embeleso, elogiaba la película, el genio del director, la profundidad del ¡MENSAJE! Imagínenme a mí. Yo miraba a mi alrededor estupefacta sin saber qué parte me había perdido o si me había equivocado de sala porque para mí no tenía ni pies ni cabeza. Eso sí, antes muerta que parecer idiota entonces, a cuantos me preguntaban yo, con mi mejor cara de intelectual subyugada por la musa del director, decía: ¡Fascinante!
Claro, era otra edad y con los años una pierde la paciencia y decide que ya no tiene que parecer nada, soy como soy y al que no le guste que no me frecuente. Ya no me importa decir que no entiendo a Bergman, que a Pappo nunca lo tragué, que me gustan Harry Potter y los Bee Gees y que lloro cada vez que veo ‘Los Puentes de Madison’. Será estar contenta con una misma y no sentir que tengo que ‘quedar bien’. Es lo que tiene cumplir años … algo bueno tenía que tener… ¿O será que me estoy volviendo una vieja cabrona? © Annie Altamirano Todos los derechos reservados

La influencia del arándano en la literatura

Cuando era pequeña, mi padre viajaba con mucha frecuencia a la capital y en cada viaje me traía un libro de regalo. Como esta situación se prolongó bastante tiempo, logré hacerme con una colección de lo que ahora se llama ‘literatura juvenil’ que fue muy popular en aquellos años. Los títulos incluían clásicos como Mujercitas que leí unas catorce veces, y bodrios como Chico Carlo de Juana de Ibarborou que creo sin temor a equivocarme, contiene la mayor cantidad de calamidades por página que le pueden ocurrir a un niño, excepción hecha posiblemente de Marco en Corazón, otro bodrio de cuidado.

La cuestión es que entre mis preferidas estaban, además de Mujercitas, El Ultimo Mohicano y el Juramento de Davy Crockett, esta última  es una novela de aventuras de un héroe americano en la época de la colonización del lejano oeste. De mas está decir que esto da una idea bastante clara de por dónde van los tiros con respecto a mis gustos literarios. Van por cualquier parte.



En una parte de la susodicha novela, la mujer de Davy Crockett prepara un pastel de arándanos y lo pone a enfriar en la ventana de la cabaña. La descripción del pastel era tan buena que a mí se me hacía agua la boca. Me imaginaba esa tarta dulce y esos arándanos jugosos y carnosos…  Cabe aclarar aquí que jamás en mi vida había visto un arándano ya que en mi pueblo no hay, así que mi enfebrecida imaginación infantil hizo una cruza entre albaricoque y melocotón y ahí tenía yo mis arándanos.

Se preguntarán porqué no miré en un diccionario, en una enciclopedia, Internet estaba fuera de la cuestión porque no existía. Yo que sé, quizás lo hice y la descripción no me aclaró lo suficiente. La cuestión es que con el paso de los años volví a encontrarme con los arándanos, metafóricamente hablando, claro, y descubrí que son un tema recurrente en la literatura.

Encontré un cuento infantil que se llama ‘Arándanos para sal’ que cuenta las andanzas de dos madres, una humana y otra una osa, que salen a buscar arándanos con sus respectivos retoños. No lo leí, ya estaba mayorcita para ese cuento, pero, por obvias razones, espero que las madres no se hayan cruzado nunca sino mas que cuento infantil, eso podría parecer una película estilo SAW, sobre todo si mamá osa se mosqueaba. También leí un par de poemas, uno sobre los arándanos con miel y hierbabuena que no hizo sino confirmar mi idea que los arándanos debían ser algo delicioso, y otro que me gustó menos Arándanos y anís, pero me parece que mas que la calidad del poema, fue la influencia del anís, que no me gusta nada. Pues bien, estos dos poemas fueron los primeros de una larga lista de obras de distinta procedencia y calidad literaria, cuyo eje central son los arándanos: Poemas desde la habitación de los arándanos, una antología de poemas de un grupo de escritores de New Hampshire (como pueden apreciar, no hay solamente políticos en New Hampshire), Poesía de las islas de los arándanos, escritos por un señor muy conocido en su casa a la hora de comer y dedicados a unas islas que están en Estados Unidos, concretamente en el estado de Maine, y donde evidentemente debe haber muchas plantas de arándano. ¡¡Vamos, que hasta Robert Frost, Christina Rosetti y la mismísima Gertrude Stein escribieron loas a los arándanos!!

Ante esta profusión arandánica, me decía yo cómo era posible que, si anda por ahí tanta crítica literaria, tanto ensayo sobre casi todo, desde los usos amorosos de la posguerra  hasta la estética y sus herejías o la importancia de la cirugía de Belén Esteban en la sociedad española del siglo XXI, a nadie se le había ocurrido escribir sobre la influencia del arándano en la literatura universal, bueno, al menos en la anglosajona. ¡Sería un éxito de ventas! Pues si nadie lo había pensado, ahí tenía yo una oportunidad de pasar a la historia de la literatura. Ya me veía firmando ejemplares en la Casa del Libro y mi nombre en el catálogo de Amazon.

Andaba yo compartiendo estas cavilaciones con mi amiga Nati que me miraba entre asombrada y divertida cuando nos plantaron delante sendos gin tonics de esos que están de moda ahora, con cosas dentro que le dan color a la ginebra y hasta le modifican el sabor, el colmo de lo chic, que así somos nosotras. En nuestro caso había unas buenas frambuesas que ella confundió con fresas, y unas cosas pequeñas y azules.
- ¿Y esto? - pregunté.
- Arándanos – me contestó Nati muerta de risa.
- ¡No puede ser! Los arándanos son como melocotones. 
- ¿De dónde sacaste eso? – me preguntó Nati entre carcajadas
- ¿Me vas a decir que esas mierdecillas azules son arándanos?
- Si no quieres no te lo digo, pero son arándanos.

No sé si ustedes recordarán cómo se sintieron cuando se enteraron que los Reyes Magos son los padres, que el Ratón Pérez no existe o que ese Santa Claus que aparecía todas las Navidades era el tío José, pero les puedo asegurar que nada, nada puede compararse a la desilusión, a ese vacío existencial, a esa sensación de que algo o alguien ha traicionado tu buena fe, que ya nada volverá a ser igual, un antes y un después en tu devenir vital, al comprobar que tus arándanos dulces, jugosos, orgásmicos casi eran realmente nada mas que pelotitas azules como cagaditas de conejo alienígena.





© Annie Altamirano Todos los derechos reservados

Borges en el planeta Tlön

Quien escriba sobre cuento contemporáneo no puede menos que referirse a Borges, y ya había tardado demasiado en escribir sobre mi autor favorito, más que nada por no ser predecible.
"Debo a la conjunción de un espejo y una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar". Con esta frase comienza el relato que abre la colección Ficciones: "Tlon, Uqbar, Orbis Tertius", publicado por primera vez en la colección El jardín de senderos que se bifurcan (1941) que más tarde formaría parte del libro Ficciones(1944). El acontecimiento que da lugar a toda la trama del cuento consiste en una discusión que Borges mantiene con Bioy Casares y que los lleva a descubrir un breve artículo donde se menciona en forma pasajera a Tlön. Este artículo está en una reimpresión misteriosa de The Anglo-American Cyclopaedia de Nueva York de 1917. Tlön es un planeta creado por la literatura de Uqbar, un lugar fantástico tanto para nosotros, los lectores, como para Borges y Bioy, que se meten a detectives tratando de encontrar más información sobre este misterioso mundo. Borges se encontrará años después con el tomo undécimo de A first Encyclopaedia of Tlön y finalmente con los cuarenta tomos de la enciclopedia con modificaciones adaptadas al mundo real. Como es común en los cuentos de Borges, existen varios niveles de realidad. Hay personajes ficticios como Silas Haslam (Haslam era el apellido de soltera de la abuela de Borges, Fanny Haslam) y multitud de personajes reales, Bioy Casares o el librero londinense Bernard Quaritch, involucrados en hechos ficticios. La fecha de la posdata es posterior a la fecha de la primera edición del cuento. Y en sí mismo todo el universo de Tlön es una ficción creada por otra ficción como es Uqbar. Y Orbis Tertius es una utopía soñada por algunos de los creadores de Tlön, un conjunto de recopilaciones literarias creadas por una sociedad "secreta y benévola", que se propone a suvez crear un planeta.
Es éste un cuento alucinante, complejo, profundo, donde aparecen dos de los motivos que se repiten obsesivamente en la obra de Borges: el espejo como multiplicación de la realidad, espejos enfrentados que producen un efecto vertiginoso, y la enciclopedia, libro de libros donde se pretende abarcar todo el saber humano. La conversación entre Borges y Bioy que da pie a todo el relato es la discusión sobre “la ejecución de una novela en primera persona cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores - a muy pocos lectores - la adivinación de una realidad atroz o banal". Esta novela imaginaria nos remite a cualquiera de los relatos incluidos en Ficciones y, en especial, al propio Tlon, Uqbar Orbis Tertius, donde un narrador en primera persona omite y desfigura unos hechos e incurre en diversas contradicciones que permiten que unos pocos lectores adivinen una realidad atroz.
Publicado en Revista Imprescindibles © Annie Altamirano Todos los derechos reservados

Octubre

  Grisea la tarde en las ventanas. Los árboles van mudando de vestido. Llovizna sobre el asfalto de este octubre atardecido de ciudad que me...