Hoy, la Plaza del Corrillo de Salamanca se convirtió en el epicentro de la cultura y el arte con la emotiva fiesta-homenaje organizada por La Literatura Abstracta en honor al poeta Adares y al escultor Agustín Casillas.
La ceremonia comenzó con palabras sentidas por parte de los
familiares de Adares y Casillas. Fue un momento cargado de emoción y
reconocimiento, recordándonos la profunda conexión entre el arte y la memoria.
Homenaje al poeta Adares
Adares, con su poesía cargada de sensibilidad y profundidad,
fue recordado a través de las palabras de su hija María González y de la
lectura de algunos de sus poemas más emblemáticos. Como parte del homenaje,
varios poetas salmantinos, entre los cuales me conté, se sumaron al evento
leyendo algunos de sus propios poemas, enriqueciendo el acto con sus voces y
demostrando cómo el legado de Adares sigue inspirando a las nuevas generaciones
de escritores.
Reconociendo al escultor Agustín Casillas
Por otro lado, Agustín Casillas fue recordado por su hija
Lidia Casillas y homenajeado por su contribución al arte escultórico, con obras
que han dejado una huella imborrable en Salamanca.
Un espacio para la cultura
Este evento no solo fue un homenaje a dos grandes artistas,
sino también una celebración del arte en todas sus formas ya que el acompañamiento musical estuvo presente a cargo del guitarrista Rafael de Dios. La Plaza del
Corrillo se llenó de vida, con el murmullo de los asistentes y el aplauso
colectivo que unió a generaciones de salmantinos en torno a la cultura. Fue un
recordatorio de la importancia de preservar y honrar el legado de aquellos que,
a través de su obra, enriquecen nuestro patrimonio cultural.
Desde aquí, un agradecimiento especial a La Literatura
Abstracta por su iniciativa y a todas las personas que se acercaron para
participar en este acto tan significativo. Hoy, más que nunca, la poesía y el
arte demostraron que tienen el poder de unirnos y de hacer eterno lo que merece
ser recordado.
Las fotos son de la poeta Esmeralda Sánchez Martín.
Este es el poema que leí.
Conquistar la pluma
Deambulo sin órbita
en el esquivo renglón de la extrañeza.
El lápiz y yo hablamos de eso:
de la palabra escondida,
de los signos que quiebran su seno,
de los cráteres inconexos del poema,
una gramática disgregando a otra.
Acercar la
respiración de las palabras al poema sofocado
que respira
solo las palabras precisas
entre una
arista y un filo.
Empiezan a nacer vocablos veloces,
urgentes,
abriendo el
cielo.
Saliendo de la oscuridad,
cada palabra ocupa su sitio.