miércoles, junio 03, 2015

Andenes


Andenes que cuentan historias
cuyo principio y final son ajenos.
Abrazos apasionados en el estribo,
miradas húmedas en las ventanillas,
la maleta de la soledad a cuestas.

Camino por un andén distinto.
Hay flores rojas y bancos de madera.
Una niña mira hacia la curva del puente
esperando la locomotora,
dragón de cuento de la infancia.

Hay una mujer que cuenta a sus hijos
historias de trenes que pasan veloces
en las madrugadas silenciosas
mientras ellos duermen,  
historias de la niña
que espía a los trenes
por las rendijas de una ventana.

La estación está desierta.  
Atardece.
Las flores siguen allí
pero ya son otras.
Llega el olor de los pinos
y el grito de los benteveos.
La señal está baja.
Llega el tren.

Meto los recuerdos en la maleta.
Tomo a la melancolía de la mano.
Miro la estación por última vez

y me subo. 

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